Hablar de comida en la infancia implica preguntarnos cómo aprendimos nosotrxs a gestionarnos con el alimento:
si nos obligaban a acabarnos el plato si nos daban siempre lo que queríamos si (no) existían límites a la ingesta si los momentos de la comida eran agradables si nuestra familia nos educó a tener gratitud hacia el alimento
Hoy quiero hablarte de cómo:
*regular los excesos
*favorecer una buena relación con el alimento
*evitar que la comida sea un sustituto del amor
*hacer agradables los momentos de ingesta
*poner límites saludables
El alimento y el vínculo van de la mano.
Cuando nacemos, el contacto con el pecho de nuestra madre es hogar, refugio y confort. Mamar (del sustantivo MAMA) ya denota la relación estrecha que existe entre la saciedad y la figura principal de apego.
El amor y el sostén se han demostrado prioritarios en el bienestar y supervivencia de los mamíferos. Bowly nos enseñó que el afecto -en presencia de alimento- es mucho más regulador para el infante cuando debe desarrollarse de manera óptima.
Si nos confundimos, el alimento se transforma en una moneda tangible para valorar aquello que no se puede pesar: el AMOR.
De esta manera, cuando me lleno en demasía de alimento (de sustancias o de excesos) para evadir el dolor, una parte mía ha entendido que cuando necesito afecto, vínculo y bienestar, debo encontrarlo a través de lo denso, de lo que pesa:
He establecido la creencia que la comida es el sustituto del amor.
Antes de enfocarte en tus criaturas te invito a reflexionar un momento sobre cómo te enseñaron a ti. ¿Usas la comida para calmar tu necesidad de amor?
Para establecer un buen vínculo entre tus hijxs y la comida hay que ser consciente de lo siguiente:
LA CAPACIDAD DE REGULACIÓN CON EL ALIMENTO SE CONSTRUYE RESPETANDO LOS RITMOS DE LA CRIATURA:
Cuando les forzamos a ingerir lo que no quieren, les desconectamos de su propio mecanismo de STOP.
CADA PERSONA TIENE UN METABOLISMO PROPIO:
Comprender las diferencias entre tus hijxs y tú misma te ayuda a respetar su saciedad y sus horarios.
HASTA LOS 2 AÑOS LXS NIÑXS DEBERÍAN TENER ALIMENTO SANO A DEMANDA:
Las necesidades energéticas de los infantes en desarrollo son inmensas. Sus cerebros están en explosión y consumen muchas calorías. Tener alimento a demanda les ayuda a saciar su necesidad de “combustible”
A MEDIDA QUE SU DESARROLLO ENTRA EN OTRA FASE, PUEDEN ADAPTARSE A LOS RITMOS ADULTXS:
Es por eso que, a partir de ese momento, pueden esperar más a la hora de la comida; sostener mejor un “basta” y, poco a poco, regular su ingesta a los ritmos del resto del sistema familiar.
COMER SIN MOVERSE DE LA MESA NO ES APTO PARA TODOS LOS PÚBLICO:
Sobre todo antes de los 2 años, el alimento es una parte más de su mundo. Algo similar al resto de elementos exploratorios de su entorno. No están preparadxs para comprender consignas adultas rígidas como el “mientras comemos no nos movemos de la mesa”.
PARTICIPAR DE LA PREPARACIÓN DEL ALIMENTO GENERA UNA VINCULACIÓN MÁS REAL Y SANA CON LA COMIDA:
Hacerles partícipes de las compras, la cocina, preparar y recoger la mesa les comunica que su papel en el acto de alimentarse puede ser activo más allá de abrir la boca y masticar. Darles tareas para incluirles aumenta la calidad de su relación con la comida.
CADA PERSONA PUEDE PONERSE LA CANTIDAD QUE VAYA A COMERSE:
Como decíamos antes, cada estómago es único y cada sensación de saciedad también. Si nunca hemos forzado ni negligido con el alimento, lxs niñxs tienen la capacidad de regular la cantidad de ingesta. Con acompañamiento pueden aprender a servirse lo que desean a partir de los 2 años.
LA TECNOLOGÍA ES UNA HERRAMIENTA DE DESCONEXIÓN MASIVA:
Delante del alimento, la tecnología debería estar prohibida. Comer con una pantalla en las narices bloquea la escucha interna con nuestro cuerpo y con el mecanismo natural de saciedad. Distraer para comer (o dormir) no es respetuoso y, además, genera adicción.
EL AMBIENTE ES LA CLAVE:
Para que el momento de la comida sea agradable, el ambiente debe ser relajado. Comprender que como adultxs somos responsables del aroma con el que rociamos el espacio de ingesta, nos ayuda a escoger qué “desodorante” usamos: ¿eres del equipo del relax, o prefieres aromas intensos y energéticos?
Recuerda que la relación con la comida se establece en la infancia.
Tener presente que somos lxs agentes reguladores de nuestras criaturas nos ayuda a poner el foco en lo que les transmitimos.
Espero que este artículo te haya servido.